A la carga de nuevo con una receta de asado, como me gustan. Y eso que una de las cosas que más odio es limpiar el horno porque esto de la cocina siempre tiene una doble vertiente; la primera, la bonita (al menos para mi) es la de cocinar ese momento en que te olvidas un poco de todo lo que te rodea y te centras en algo muy "alquímico" ya que conviertes cualquier metal en oro, o más bien unos ingredientes no muy apetecibles cuando están crudos en un plato que haga disfrutar a los que se sientan a tu mesa; normalmente personas muy cercanas a ti. Pero tras esa parte mágica viene el ajetreo posterior de limpiar, ordenar y fregar que tiene muy poco de mágico y es una labor pesada e ingrata ya que al contrario que la primera no se ve un resultado final que nos complazca sino que como mucho lo dejamos igual que antes de ponernos con nuestra efervescencia culinaria. Y nada peor en esta labor que limpiar hornos (bendito los bendecidos con el don de la pirolisis) donde todo se pega, tienes miedo de ser demasiado burro y en una frotada te cargues algo y sin embargo que buenos estan nuestros asados.
Tras la palicilla de rigor, la receta en si que es de las fáciles, vamos que con saber encender el horno ya tenéis media receta hecha. Ponemos nuestras codornices salpimentadas en una bandeja de horno y regamos con un buen vino blanco seco (o txakoli, o Jerez...), caldo de ave y aceite de oliva añadimos un poco de tomillo, hay que recordarles el monte que estas pobres son de granja y no saben muy bien lo que es. Lo tenemos unos 35 minutos en el horno a 180º C y tras esto solo servir regando bien con el jugo y en este caso lo acompaño de un cus-cus.
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